Puestos a compartir, que sean sonrisas.

miércoles, 30 de mayo de 2012

El don

-Al contrario de lo que piensa la gente, yo no tengo el don de la inteligencia. Aprendo a base de repetir el mismo ejercicio mirando las soluciones veinticuatro mil veces. Y a la veinticuatro mil una, por fin soy capaz de hacerlo sola.
-Pero eso también es un don. El don de la perseverancia.


Ese momento

Es maravilloso ese momento en el que te das cuenta de que no tienes otra palabra que decir:


Gracias

¿Me das la manita?

Me di cuenta de que no se trataba de ninguna mutilación de mis órganos. 
Mi mano seguía donde siempre había estado.
Y la suya, en realidad, nunca había dejado de apretar la mía.


"Decirle a alguien que se ha terminado es feo y falso. Nunca se termina.
 Incluso cuando ya no piensas en alguien ¿cómo dudar de su presencia dentro de ti? 
Un ser que ha contado para ti, siempre cuenta."
A.Nothomb. Ni d'Ève ni d'Adam.

Volvemos a casa.

"...Mis queridas libélulas, recoged vuestros labios, párpados y otros enseres y desplegad las alas.
Nos mudamos."

Primeros rayos de Sol de la mañana. 
Una libélula se posó en su oreja, que agitó para espantarla. Le había hecho cosquillas al susurrarle aquellas palabras:
-Amanece.
Se dibujó una sonrisa en su boca y permaneció con los ojos cerrados unos instantes, asegurándose de saborear con cada poro de su piel la luz que descansaba sobre él.
Abrió sus felinos ojos y recordó la noche anterior. Un Hércules venido de quiénsabedónde había provocado que llenara su casa de lágrimas. 
Otra libélula atravesó su campo visual y desvió su atención, para fijarse ahora en el lugar en el que se encontraba.
Su cuerpo descansaba sobre la hierba, bajo el verde árbol de siempre -siempre tan distinto a otras veces: su Bella Sombra. El agua derramada la noche anterior había hecho brotar nuevas flores, que se alzaban estirando sus pétalos. Todas ellas querían acariciar el Sol.

El Sol... Esa magnífica bola de fuego. Da igual lo oscura que haya sido la noche anterior, siempre acaba al Alba. Alba... Siempre comienza un nuevo día al Alba. -piensa despacio oteando su alrededor.
Las libélulas siguen ahí, como cada día desde que nacieron de su vientre. Vuelan y dibujan palabras en el aire, llenando el cielo de colores.
"Amanece, que lo llevas escrito en tu nombre."

Vuelve a sonreír el felino, esta vez dejando ver sus dientes afilados. Se levanta poco a poco y estira cada uno de sus músculos, bostezando y sacudiendo la melena.
Agita la cola y siente la tierra en contacto con las almohadillas de sus patas. Araña la tierra y mueve sus garras. Siente sus raíces.

Ruge y escucha el eco de su voz resonando en lo que considera sus dominios.

-Resiliencia, compañeras... Se dice más para sí mismo que para el resto. Toma aire y abre la boca para hablar de nuevo, esta vez con mucha más energía.



-Mis queridas libélulas, recoged vuestros labios, párpados y otros enseres y desplegad las alas.
Nos mudamos.




Ha despertado el León de Nemea.

Quería comenzar la primera entrada de este blog con puntos suspensivos. Como solían decirme, me gusta puntear suspensivamente. Aunque la verdadera razón no es esa. En realidad, comienzo con puntos suspensivos porque esto que escribo no es más que la continuación de mi vida.
Para bien o para mal, las personas sufrimos cambios y depende de nosotros en gran medida, la forma de orientarlos. Hace tiempo comencé a escribir otro blog (www.dondelloranlaslibelulas.blogspot.com), para coser con palabras las heridas abiertas en un desencuentro. En ese blog, lloraban mis libélulas. A pesar de que al principio únicamente lloraban de tristeza, bien es cierto que también han llorado de alegría. Mis libélulas han pasado mucho conmigo, los peores y los mejores momentos.
Sin embargo, la ventaja o desventaja de compartir los sentimientos es que se multiplican... Las alegrías, sí, pero también las tristezas. Y ocurrió que mientras me ahogaba en un mar de lágrimas, alguien quiso, o más bien, no pudo evitar contagiarse de ellas, llevándonos irremediablemente a un desencuentro. 
De nuevo un gran desencuentro en mi vida.

Es por eso que he decidido coger mis libélulas y migrar como migran las golondrinas. Si de algo me enorgullezco de mí misma es de la resiliencia o de la capacidad de sobreponerme. De salir reforzada.

Creo que cantarle a la tristeza es demasiado fácil. De hecho, es mucho más fácil arrancar una lágrima que provocar una sonrisa. Me gusta escribir y me gustan los retos. Es por eso que he decidido continuar mi escritura de esta manera, comenzando de nuevo, Donde siempre he estado, pero de una nueva forma. Volvemos a casa, la misma de siempre, reformada.

Bienvenidos/as al lugar Donde ríen las libélulas.