Puestos a compartir, que sean sonrisas.

jueves, 4 de abril de 2013

Luz

Se acabó, dije. Esta lucha se queda aquí aparcada. Y lo acepto, decía con toda la seguridad que pude aparentar.

Pero ha vuelto a ocurrir. De una forma tan extraña, se ha vuelto a colar bajo mi piel, ha visto transparentes mis ojos y ha escuchado los huecos que había entre mis palabras. Ha leído el silencio de mis frases. Creo que en realidad lo supo desde el principio.

Se trata de una luz, pequeñita, que permanece en mi vida sin hacer mucho ruido, presente y atenta a lo que digo, pero aún más a lo que callo. Es cuando llamo a gritos en silencio, a nadie en particular o al mundo, una llamada de emergencia... que ella siempre la escucha. ¡Qué buen oído! Y qué destreza saber interpretarme cuando yo misma no quiero hacerlo. 

Es entonces cuando esta Luz me dice que esté tranquila, que yo puedo, que aún puedo. Y que no está todo perdido. Y entonces lo hace. No sé si es que se bebe ella todo el agua... pero de repente ya no me llega al cuello. Vuelvo a tener libertad de movimiento.

Todo esto no es más que la búsqueda de las palabras exactas para agradecérselo, porque un simple "gracias" se quedaba demasiado pequeño. Y aún así, se me hace obvio que esto sigue sin ser suficiente.
Entonces pensé ¿qué puedo ofrecerle yo? Lo más que tengo soy yo misma.
Así que es eso, es entregarme. Mi querida Luz, es comprometerme a ser tu Amanecer si consideras que alguna noche dura demasiado. 


Eres una persona admirable.

Te quiero mucho. 


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