Puestos a compartir, que sean sonrisas.

martes, 30 de abril de 2013

Quiero hablarte de mis días de lluvia

Quiero hablarte.
[Quizás para acompañar la lectura]

Hablarte de la lluvia que conozco.
Tranquilo, es una lluvia que no moja. Es una lluvia que no cala hasta los huesos... Es una lluvia que no está hecha de tus lágrimas.

Es suave, y a veces, hasta es tibia. Sobretodo cuando la ves desde el otro lado del cristal. Bueno, hablo de  mi lado del cristal, claro.
Quiero presentártela como se me presenta a mí.
Son las teclas del lado derecho del piano, las agudas. Me recuerda a la risa de las hadas, ¿a ti no? Son percusión fresca cuando chocan contra el suelo  y se descomponen en miles de diamantes líquidos... Son eso, ¡lágrimas rotas! ¡Es una lluvia capaz de romper lágrimas! Y éstas se convierten en las cuerdas de un violín que se deslizan en el suelo hasta hundirse en la tierra. ¡Claro!, no son las lágrimas del cielo. En realidad, son los besos que nos mandan las nubes.

Quiero hablarte de esa lluvia. O más bien, quiero que ella te hable a ti, mientras ella está fuera y tú, junto a mí; escuchándola, en mi lado del cristal.


En estos días, las flores visten sus mejores galas y sacan sus vestidos de diamantes.





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