Querido Tú, que vas a ser Él... Parece que esta vez te negaste a abandonarme del todo.
Es curioso que todo haya empezado en el mismo sitio donde todo terminó.
Levanto la vista y miro por el espejo retrovisor central del coche, hacia el asiento posterior izquierdo, justo en el extremo opuesto a mí.
- Has estado siempre ahí, ¿verdad? No quisiste bajarte del coche en esta ocasión...
Desvía la vista de la ventana y me dedica una sonrisa.
- Quizá sólo estabas esperando a que llegara el pasajero adecuado.
Volví a mirar a la carretera y seguí conduciendo.
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