Pero hoy has vuelto a hacerme reír a carcajadas cuando lo único que encontraba debajo de la piel de mis párpados eran infinitos océanos rebosantes. Y es cierto que al final se derramaron los mares más allá de las pestañas. Pero se derramaron desde cuencas abiertas, felices de perderse entre los hilos de tu sudadera. Y hundir mi sonrisa en tu cuello...
Hace ya unos meses que lloro con los ojos abiertos.
Gracias por descubrirme ese secreto.
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